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UN NUEVO AÑO Y MÁS PROPÓSITOS INCONCLUSOS 

Estamos ya a unos días de cerrar otro año más, y como es costumbre, a la mayoría de nosotros nos comienzan a aflorar muchos sentimientos encontrados. Por un lado, agradecemos la oportunidad de haber podido completar otro ciclo de nuestras vidas, a pesar de las dificultades que se nos hayan presentado. Pero, por otro lado, siempre nos queda la espinita de si logramos concretar todos aquellos propósitos que prometimos cumplir. Podría apostar que la respuesta para muchos es que no, y ese sentimiento derrotista siempre produce un mal sabor de boca.

 

La realidad es que estoy convencido de que los seres humanos siempre queremos abordar muchos objetivos en un lapso de tiempo que es relativamente corto, lo que conlleva a dejar muchos proyectos truncos o en el tintero. Creo firmemente que, si realmente queremos cumplir cabalmente con nuestra agenda, debemos seleccionar con suma precisión una lista pequeña de propósitos y enfocar toda nuestra atención y tiempo en estos. Lo más importante para lograrlo es hacernos un examen exhaustivo de autoconciencia para encontrar dentro de nosotros mismos la respuesta a las cosas que queremos hacer o cambiar.

 

En otras palabras, hay que redescubrir lo que en verdad es importante en nuestras vidas, lo que nos motiva a seguir adelante y alimenta nuestros sueños. Por supuesto, cada persona es un mundo y tiene distintos anhelos y necesidades, es por esto que su lista de propósitos es personalísima y debe nacer de una legítima inquietud de hacer las cosas de manera diferente.

 

Un hombre de 80 años dudo que tenga los mismos deseos e inquietudes que un joven de 28 años. El primero seguramente enfocará sus propósitos en cuidar más su salud y estar más cercano a sus seres queridos, pues sabe que su tiempo es limitado. El segundo, seguramente tendrá como prioridad el crecer económicamente sin importar el número de horas que tenga que dedicar para llegar a su meta. También puede existir el supuesto de que el hombre de 80 año siga obsesionado con el trabajo y se crea eterno, dejando a un lado las relaciones afectivas, así como el joven de 28 aún no tenga ni la menor idea de qué quiera hacer en la vida.

 

La razón por la que se nos acumulan pendientes es que prometemos mucho más de lo que podemos humanamente cumplir, y al no lograrse las expectativas un año después, comenzamos a arrastrar una estela de desesperanza. Los sueños rotos son la puerta de una existencia vacía y triste.

 

Este nuevo año que se aproxima, tenemos la oportunidad de reformatear nuestro disco duro y hacer de nuestra lista de propósitos algo mucho más simple, pero a su vez trascendente. Para que la vida valga la pena, debemos crear un balance multifactorial donde pongamos en el centro nuestra felicidad. Por ende, dentro de estos propósitos debemos siempre escoger: la familia, la espiritualidad, la salud, la empresa y, por supuesto, nuestros sueños. Todos estos deben ir alineados de tal forma que se vuelvan el eje central de nuestra existencia. No nos llenemos de retos inalcanzables; este 2024 persigamos lo que en verdad nos apasiona y nos mueve el alma.