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Las condiciones actuales han puesto a prueba la capacidad de las organizaciones para enfrentar el cambio y de adaptación a las exigencias actuales.

Dentro de la arquitectura económica mundial, la economía mexicana pertenece a las 20 más prósperas del mundo, y junto con China, disputa ser el primer socio comercial de la todavía economía más grande del mundo, los Estados Unidos de América. El reto de lo que este panorama significa es enorme, pero de igual manera lo pueden ser las recompensas.

Este ámbito de competencia tan complejo al que se enfrentan las empresas mexicanas implica una necesidad constante de renovación y transformación de las mismas:

  • Transformaciones organizacionales, para optimizar la concordancia de las metas y objetivos de las empresas con el impacto y las expectativas que se generan entre las personas de la misma organización y en la sociedad, formando así un ecosistema.
  • Transformaciones de negocio, pues las áreas de oportunidad no se encuentran en las actividades económicas clásicas, lo demuestran los multicitados ejemplos de Airbnb la mayor empresa de hospedaje y que no cuenta con hoteles o Uber la mayor empresa de transporte del mundo que no cuenta con autos.
  • Transformaciones digitales, pues la tecnología mejora la experiencia de las personas en el trabajo o como consumidores, además de facilitar o automatizar procesos, da un mayor acceso a la información y da paso a nuevas oportunidades.

Para que las empresas mexicanas mantengan e incrementen su competitividad se requiere de liderazgo, no necesaria o únicamente en una visión tradicional de un líder en la cima, sino más bien de un liderazgo distribuido, disperso, con el que se experimente confianza y autonomía de los equipos, capaces de responder al cambio y transformar sus habilidades para consumar el logro de los objetivos organizacionales.

Pues también hay que responder a los retos del presente, como las secuelas de la crisis mundial por el COVID-19 o las consecuencias inflacionarias del conflicto militar entre Rusia y Ucrania.

Las crisis generadas por la crisis sanitaria, los conflictos militares y la alta inflación, alteró el estilo de vida de millones de personas alrededor del mundo y el orden de la economía mundial. Por supuesto México no es ajeno a este acontecimiento, el ámbito empresarial ha sido altamente impactado por esta situación en distintos niveles, pues muchas empresas se han visto obligadas a modificar sus procesos productivos para adaptar el negocio a las condiciones actuales.

Frente a las afectaciones en la inflación, el flujo de efectivo y liquidez causado por las crisis, se generaron gastos no presupuestados, lo cual dificulta la gestión de los mismos, el impacto del tipo de cambio y pérdidas cambiarias también pueden causar un importante efecto en los números de las empresas, al igual que el incremento de precios de las materias primas, las limitaciones de proveeduría, la alta demanda de actividades esenciales con una plantilla reducida, la capacidad insuficiente para satisfacer la cadena de suministro, así como los retrasos en entrega y el aumento de la inseguridad son temas que pueden perjudicar la continuidad de sus operaciones de las empresas.

La preservación del bienestar de los colaboradores también es un tema relevante para la industria, la posibilidad de la fuga de talento a empresas con actividades esenciales y el recorte de personal, la organización de los procesos empresariales también ha sido afectada. Muchas compañías han adaptado su esquema operativo para enfrentar la crisis y el trabajo remoto se ha convertido en una pieza esencial que llegó para quedarse.

Las condiciones actuales han puesto a prueba la capacidad de las organizaciones para enfrentar al cambio y adaptar sus modelos de negocio a las exigencias del mercado; el trabajo remoto como esquema operativo se ha convertido en la principal innovación y en el principal reto para el clima organizacional. En estas circunstancias las empresas requieren la consolidación de liderazgos para enfrentar y crecer en las condiciones actuales.

Se le conoce como liderazgo al proceso de influir en las personas para que se esfuercen voluntaria y entusiastamente en el cumplimiento de metas grupales. Debe incluir influencia, pensamiento analítico y capacidad para la toma de decisiones, relaciones interpersonales y capacidad de cambio para lograr la mejora continua de procesos y desarrollo de bienes y servicios.

Para analizar el liderazgo se pueden adoptar enfoques o niveles. Siendo los niveles Individuales, grupales y organizacionales, que responden a la forma en la que los líderes y los colaboradores conviven y se influyen mutuamente, así como en el tipo de análisis organizacional en como los individuos y los equipos contribuyen al éxito.

No hay duda alguna que la actividad económica, características del equipo y tipo de trabajo, marcarán las pautas para encontrar aquel tipo de liderazgo que sea más efectivo para cada empresa. Sin embargo, dadas las complicadas relaciones laborales existentes en la presente coyuntura, marcadas por el trabajo virtual o mixto, el incremento en la velocidad de las transacciones y la constante innovación tecnológica, la necesidad de un liderazgo integral parece generalizad.

Se requiere que los líderes comprometidos que generen pasión y alto compromiso y así contribuyan al desarrollo personal junto al de las empresas, que busquen acrecentar el capital humano y motivar al cumplimiento de metas a través de incentivos, trabajo en equipo y con enfoque en resultados.