Hacienda de Santa Clara Montefalco. Tuvimos un encuentro de directivos y el Dr. Carlos Llano nos dio esta sesión.
Las relaciones personales tienen enorme repercusión en el desarrollo de las personas y las culturas. En el ámbito profesional es importante consolidar relaciones fuertes, en el nivel más profundo, para forjar verdaderos amigos.
Observamos dos ámbitos: la capacidad de adquirir prestigio y la capacidad de hacer amigos. El prestigio no necesariamente lleva a tener amigos: hay que buscar unir los dos aspectos. El prestigio no es algo terminal sino secuencial, no es una meta sino el resultado de avanzar hacia nuestros objetivos vitales y profesionales. Hemos de estar adquiriendo prestigio continuamente y hay que cuidar que eso no nos aleje de los demás.
También podemos distinguir el prestigio laboral del prestigio personal. Si tenemos prestigio como personas de fiar, que dan y generan confianza, podremos consolidar mejor nuestras relaciones y amistades. Si nos centramos sólo en el éxito podemos aislarnos de los demás. Aquí se puede ver la función social que tiene el trabajo: querer ser mejores ayudando a los demás a que también lo sean.
Prestigio de preponderancia y prestigio de ayuda. El primero lleva a diferenciarse de los demás; el segundo es el verdadero prestigio porque llevar a todos a ser mejores personas. En la preponderancia estoy buscando objetivos que separan de los demás, como son el estatus, el poder, el dinero u otros bienes materiales. En la ayuda busco objetivos que incluyen a los demás, como son el trabajo en equipo, adquirir conocimientos, compartir alegrías, etc. Hay que aclarar que no se trata de buscar un prestigio al margen del otro. Es lícito y necesario tener reconocimiento y bienes materiales, pero no como fines primarios sino en función de un fin más grande.
La relación laboral de suyo no genera amistad sino compañerismo, pero esas relaciones deben dar paso a intereses comunes. Cuando se comparten ideales se va dando la amistad; en la medida en que esos intereses son más altos y valiosos, la amistad es más sólida. Y aquí podemos hablar de tres dimensiones de la amistad, siguiendo el pensamiento de Tomás de Aquino:
- Éxtasis, salir fuera de sí mismo. La persona que está preocupada solamente de sus cosas, de sus intereses al margen de los demás, se incapacita para tener amigos. La que busca intereses comunes, es más fácil que los tenga.
- Inhesión, meterse dentro del otro. Conocer a la otra persona: cómo piensa, cuáles son sus intereses. Es igual a la empatía: sentir dentro, sintiendo lo que el otro siente, lograr ver sus cosas con sus lentes. Pero hay un punto importante: en la amistad la relación es en dos direcciones. La otra persona debe pasar por lo mismo respecto a nosotros.
- Unión. Querer las mismas cosas. Bien para ti y bien para mí son lo mismo.
Comprender a los demás no significa tomar su postura. En la amistad hay opiniones contrarias pero hay que respetarlas y entender por qué piensa así. Y es aquí donde aparece la tolerancia.
Prestigio, amistad y tolerancia son tres aspectos que bien encauzados llevan a reforzar las relaciones en la empresa, a enriquecer el diagnóstico, saber escuchar con respeto y tolerancia a los que deben participar, tomar mejores decisiones y a ejecutar mejor. Pues todos estamos en sintonía, buscando el bien de todos y el bien de la organización.