fbpx

Podría ser redundante decir que gobernar es ordenar. Tener claro el objetivo y la finalidad de la labor de gobierno, configura la tarea de gobernar de una forma expresa. Esa finalidad debe estar a flor de piel de quienes gobiernan, tanto una empresa como cualquier organización.

 

Me encontré con el doctor Carlos Llano en la Hacienda de San José Toshi. Después de darnos una clase, varios amigos nos quedamos platicando con él.

 

– Doctor, el mundo actual necesita mejores líderes, ¿cómo formarnos y formar a otras personas para que sean mejores directores y gobernantes?

– Mira chico, el sistema de gobierno se cimienta en tres actos: diagnosticar dónde estamos, elegir el objetivo al que se quiere llegar (decisión) y conducirnos a ese objetivo (ejecución).

– ¿Podría explicarnos con más detalle en qué consiste cada acto?

 

Diagnóstico: Cabeza fría

Implica un trabajo previo para definir, organizar y estructurar el funcionamiento de la empresa. Esto ayuda a ser objetivos porque hay orden y claridad. También se requiere humildad, pues es más importante lo que ya está establecido que lo que nosotros queremos establecer. Así tomaremos en cuenta las experiencias anteriores.

 

Hay que tener cuidado con la improvisación, porque en ocasiones es pereza. Los procesos ya establecidos deben ser punto de referencia para nuestro trabajo.

 

Quien no sabe obedecer, no sabe mandar. El modo en que un director obedece lo ya establecido, será el modo en que los integrantes del equipo lo obedecerán a él.

 

A veces se puede pensar que la alta dirección no está cerca de los hechos y eso nos da “fuerza” para decidir. Es cierto, pero de igual manera, quien está cerca puede no ver todo el bosque estando “cegado” por una rama. De ahí la importancia de pedir consejo, de tener un coach o asesor.

Para un líder, la reflexión es su principal arma. Reflexionando aprovechamos las oportunidades y derrumbamos los obstáculos.

 

Decisión: Corazón de fuego

Aquí no buscamos ser objetivos, sino magnánimos. Entra la visión a largo plazo, el propósito de la organización. Una manera de obstaculizarnos a nosotros mismos es trazar metas que no nos lleven al propósito de la organización.

 

Los planes no deben ser complejos. La sencillez es el primer fruto del orden. El plan a largo plazo nos da ideas rectoras y principios sólidos.

 

Decidir por algunas cosas implica renunciar a otras. A veces hay que renunciar a ideas brillantes pero que no podemos realizar, porque son incompatibles con lo que nos hemos propuesto.

 

Más que tener muchas ideas, hay que poner en práctica lo que nos hemos propuesto. Un mal idealista es el que idealiza la realidad; un buen idealista es el que realiza la idea.

 

Ejecución: Brazos de acero

Trabajar con orden, prepara y facilita el impulso. Ejecutar sin perder de vista el propósito. Para ello hay que estudiar y tener capacidad de análisis y síntesis con estas ideas: no querer estar enterados de todo, pero tener conocimiento de todo lo que concierne a nuestra tarea. Orden en las juntas: días fijos y puntualidad. Trabajar con diligencia, pero sin violentar el cauce. Respetar la competencia de cada organismo y cada persona.

 

– Muchas gracias Doctor. Si pudiera darnos alguna idea para seguir reflexionando, ¿cuál sería?

 

– Que la ciencia del gobierno debe estar apuntalada con la prudencia de gobierno. Pero esto sería tema para otra tertulia.