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Para lograr un equilibrio entre la vida laboral y personal, a veces renuncian a oportunidades de crecimiento.

Desde principios del 2021, el fenómeno laboral de la ‘renuncia silenciosa’ tomó fuerza entre los colaboradores, como una medida para reestablecer los límites que hay entre el trabajo, la familia y el tiempo libre.

Sin embargo, lograr un equilibrio sano entre dichas actividades, es un reto que muchas trabajadoras han tenido que enfrentar a lo largo de su vida profesional y desde hace varios años.

De este modo, comenzaron a limitarse a hacer solo aquellas funciones por las que les pagan en las empresas, como una solución para lograr equilibrar su vida personal y profesional, poniendo límites “sanos” por su propio bienestar.

Cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), muestran que el 75% de los colaboradores manifiesta haber presentado signos de fatiga laboral, situación que pone en evidencia los riesgos psicosociales a los que se enfrentan los trabajadores en el entorno laboral y la falta de atención a esta problemática por parte de las organizaciones. Además, un equipo de trabajo que no está a gusto disminuye su productividad hasta en un 40 por ciento.

De acuerdo con Abel Navajas de Affor Health, especialista en gestionar y mejorar la salud psicosocial de las personas en las organizaciones, “trabajar a una capacidad mínima es un síntoma de que los colaboradores necesitan apoyo por parte de quienes toman las decisiones en la compañía. Un colaborador agotado o fastidiado es sinónimo de que el trabajo ha invadido su vida personal, provocándole una desmotivación que es necesario revertir a la brevedad”

Asimismo, señaló que quienes están optando por la renuncia silenciosa, “han decidido erradicar la ideología de estar viviendo por y para trabajar. Laboran sólo lo necesario, sin excesos, cumpliendo con sus tareas, pero sin involucrarse en otras actividades”

Pero contrario a lo que se menciona, esto no es algo nuevo, durante décadas, las madres trabajadoras han ejercido esta práctica a fin de poder combinar la maternidad y las tareas del hogar con sus actividades laborales.

Además, la desigualdad que enfrentan en cuanto a las oportunidades para acceder a cargos de trabajo con una mayor retribución económica, de alguna manera ha determinado su postura de mantenerse al margen y limitarse a desempeñar solo las tareas que forman parte de sus actividades y por las cuales reciben una remuneración económica.

Según datos de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), en México, las mujeres perciben un salario 12.2% por debajo de lo que ganan los hombres. En el primer trimestre de este año, la brecha salarial entre mujeres y hombres fue del 13.5%, lo que significó un aumento del 5.5% comparado con el mismo trimestre de 2020.

De igual forma, muchas de ellas han tenido que ceder ante la presión social que les exige ser buenas madres, con una idea de autosacrificio, porque es bien sabido que en muchas de las ocasiones, las madres trabajadoras son mal vistas por quienes consideran que descuidan a sus hijos al buscar su desarrollo profesional.

En este contexto, han tenido que recurrir a renunciar en silencio para establecer sus valores y mantener el equilibrio en sus vidas.

Cabe señalar que renunciar silenciosamente no es huir del trabajo, se trata de vivir una vida significativa fuera del mismo, renunciando a hacer más labores como horas extra no pagadas, trabajar desde casa después del horario de oficina, responder correos electrónicos los fines de semana y recibir llamadas fuera del horario laboral, por mencionar algunos ejemplos.

 

UN FENÓMENO QUE AUMENTA LA BRECHA LABORAL

Desafortunadamente, cuando las colaboradoras dejan de estar disponibles para las empresas las 24 horas del día, los 7 días de la semana, suelen ser clasificadas como empleadas irresponsables con falta de compromiso, motivo por el cual empiezan a ser excluidas para ciertas tareas, incluso dejan de ser tomadas en cuenta para un ascenso o un aumento de salario.

Se puede decir que el precio de ser una madre de familia es muy alto y desafortunadamente, los ejecutivos y líderes comparan la renuncia silenciosa con renunciar definitivamente al trabajo y en consecuencia, las madres trabajadoras se vuelven invisibles.

No obstante, la realidad suele ser otra; las mujeres desean un crecimiento dentro de la organización y ser tomadas en cuenta para liderar e innovar, pero también es cierto que están cansadas de las diferencias y desigualdades salariales que existen al interior de las empresas, y prefieren buscar mejores beneficios que promuevan el bienestar y la salud mental.

En esencia, renunciar silenciosamente es la respuesta al agotamiento y a buscar el equilibrio entre el trabajo y la vida; la gente ya no está dispuesta a sacrificar su vida o su salud mental por su trabajo, y esto es algo que viene dándose con mayor fuerza a raíz de la pandemia, que sin duda reconfiguró muchos aspectos de la vida. Para quienes han renunciado silenciosamente, la alegría y el propósito de vivir se encuentran fuera de las actividades laborales.

“La salud mental del equipo puede verse afectada cuando hay pocos retos y también cuando predominan los excesos. No es sencillo atender todas las insatisfacciones de un colaborador, pero encontrar el debido equilibrio entre trabajo y familia genera un mejor entorno para la productividad”, señaló el especialista Abel Navajas.

Finalmente, es importante que las organizaciones realicen un cambio en su cultura organizacional y reestructuren la forma en que ven a las madres trabajadoras, a fin de humanizar los espacios en los que se desenvuelven y de este modo avanzar en la igualdad de género.