Se vienen tiempos complicados, pareciera que vamos de salida, la pandemia está quedando atrás y con ella una cuarentena eterna que parecía nunca llegar a su fin.
Hoy, estamos dejando atrás los cubrebocas, retomamos los eventos multitudinarios, el contacto con conocidos y desconocidos. Se está acabando la pandemia que será recordada en los libros de historia como la más universal y la más globalizada. Gracias a la ciencia hoy podemos ver la luz al final del túnel.
Ahora comienza una nueva etapa, post pandemia y lamentablemente ha comenzado con mucha, muchísima turbulencia. Se acabaron las mediciones constantes de las gráficas de contagios y llegó el mundo de las gráficas inflacionarias y recesiones.
Se dice que la turbulencia en un avión no es signo de mal agüero, desde los años 60s no se desploma un avión por turbulencia, al final por más movimiento que un vuelo presente en la inmensa mayoría de los casos logra llegar a su destino.
En los próximos meses sabremos si la turbulencia económica fue corta y nos permitió retomar nuestro camino o lamentablemente será más larga y complicada de lo que pensamos. Lo que es un hecho, es que la inflación llegó para quedarse un tiempo con nosotros y la recesión es inevitable.
Es tiempo de ser precavidos, de controlar los costos y los gastos y de priorizar la liquidez en las empresas, ahora más que nunca “CASH is KING”. Pero no podemos dejar de lado la variante más importante de todas cuando hablamos de economía: la productividad.
Una recesión es el resultado de un país menos productivo comparado con el año que lo antecede, eso se traduce en una economía con menos empleos, menos ingresos, menos productos producidos, menos servicios, menos, menos, menos.
La clave ahora está en las empresas mexicanas, principalmente las pequeñas y medianas; estas deben aumentar sus ingresos y disminuir gastos, es decir, convertirse en empresas más rentables y más productivas logrando esto con tecnología, automatización, aperturando nuevos mercados, dando pie a la innovación de productos y servicios; logrando esto de una manera: recibiendo inversión.
Hoy más que nunca como mexicanos debemos apostarle a más mexicanos. Convertirnos en inversionistas activos de empresas que brinden empleo y generen impacto económico en una economía que lo pide a gritos.
Pero suena a que me estoy contradiciendo, acabo de mencionar que debemos cuidar la liquidez por un lado y por otro refuerzo el mensaje de invertir en empresas mexicanas. La realidad es que el dinero dormido también es un gasto y lo es aún más en tiempos de inflación.
Es tiempo que ese dinero dormido se ponga a trabajar, México lo necesita ahora más que nunca.