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En los pasados meses se ha estado hablando de todo lo que puede hacer la Inteligencia Artificial y muchos hemos probado cómo nos pueden dar información, estudios, presentaciones y mucho más, de una forma muy adecuada a lo que necesitamos. ¿Es suficiente la IA para resolver los problemas o también hace falta mejorar nuestra inteligencia para sacarle el mejor provecho? Acudimos de nuevo al Dr. Carlos Llano para ver qué nos dice al respecto.

Una empresa inteligente, según David Garvin, es aquella organización que posee las habilidades para crear, adquirir y transferir conocimientos, así como la capacidad de modificar su conducta como efecto de esos nuevos conocimientos.

Para lograr esta capacidad se requiere trabajar en varios aspectos. Vamos a analizarlos:

  1. Trabajar es aprender: La cultura organizacional, la mejora continua, la documentación de buenas prácticas, el mapeo de procesos, el manejo de la información, la comunicación efectiva, son algunos aspectos que se incluyen en este rubro. Un trabajo bien hecho debe tener claro la forma en la que se realiza (por ejemplo, la calidad), el fin por el que se realiza esa acción y el entorno que propicia que se haga de forma eficiente. Esto se logra con reflexión, que es una cualidad que de forma prioritaria deben tener los directores, pero no se reduce a ellos sino que deben ejercitarla todos, La reflexión es pensar lo ya pensado. Esto fomenta el aprendizaje, asegura las buenas prácticas y aleja del error. ¿Cuánto tiempo dedicamos a pensar? ¿Cuánto fomentamos que nuestros equipos piensen? Una forma de saberlo es si ante un problema o reto se generan más de otras alternativas de solución. Si habitualmente se tienen sólo dos, es señal clara de que no se está dedicando tiempo a ello.

 

  1. Dirigir es enseñar: Una empresa y, en general cualquier organización, debe capacitar a su equipo. Este es un proceso constante que lleva a generar ideas y a que cada uno crezca en su propio puesto y en otras áreas de la empresa. De lo contrario la empresa sólo crecerá al ritmo de la capacidad de su dueño o líder. Los líderes son los primeros que buscan compartir con su equipo las herramientas con las que cuenta la organización, para que saquen todo el provecho de ellas y puedan avanzar con agilidad, dando mejores resultados.

 

  1. Profundizar en la dimensión ética del aprendizaje: el conocimiento nos conduce a ser mejores, a conocer mejor la realidad y a promover lo auténtico y verdadero. La ética no se puede reducir a una visión limitada de lo blanco y lo negro. La ética parte de unos principios y valores sólidos y da luz para aplicarlos en cada caso, buscando el bien mejor o el mal menor. Una empresa y una persona ética, no se identifica con la ingenuidad o una bondad negligente. La ética exige de nosotros lo mejor, nos aleja del conformismo y nos da fuerza para no caer en prácticas externas adversas que quieren someter a las personas y organizaciones a la dictadura del relativismo o del miedo.

 

  1. Capacidad de aprender de los mejores: La modestia es la humildad de las propias cualidades. Una empresa inteligente sabe que no es la mejor y que puede seguir aprendiendo mucho. Pero a la vez se sabe capaz de absorber las buenas prácticas que se van desarrollando. No mira a los demás con altanería o soberbia, pero tampoco se deja atemorizar o empequeñecer por la competencia. Sabe que siempre puede crecer y mejorar tanto en cantidad como en cualidades. Ser el más grande no necesariamente significa ser el mejor.

 

Las empresas inteligentes podrán aprovechar la IA para crecer y avanzar por el futuro que se nos abre, en donde muchos se quedarán en el camino por no saber adaptarse.