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La planta de cannabis es de gran versatilidad para la extracción de materia prima, que puede sustituir el uso de recursos fósiles y forestales.

El consumo de cannabis es uno de los temas de mayor controversia y, a la vez, una de las industrias de mayor desarrollo, a lo largo de esta última década a nivel mundial. La variedad de tipos de esta planta, tan sólo es superado por el creciente listado de sus posibles aplicaciones comerciales y de los recursos materiales que se pueden derivar de la misma. A pesar de ello, su histórica aso­ciación con el abuso de drogas, representa una importante problemática que impide su avance en los ámbitos legislativo, eco­nómico y cultural, en países como México.

Más allá de la especificidad científica en su clasificación, desde hace varios años los productores e investigadores de esta especie vegetal, han buscado diferenciar las subespecies de la popularmente cono­cida como marihuana, usada para fines recreativos; de aquella, así llamada, cáña­mo, con potencial uso en la elaboración de múltiples productos cotidianos. Por ello, en distintos campos de discusión, cada vez es más necesario aclarar el objetivo que se persigue con su legalización: ya sea por propósitos lúdicos, o bien, medicina­les, de investigación y/o industriales.

 

LUCHAS LEGALES

En México, los debates políticos y parlamen­tarios, iniciados desde 2017, han desemboca­do en una serie de reglamentos y propuestas normativas, algunas aprobadas y otras rec­tificadas, tanto para iniciativas nacionales, como en torno a empresas del extranjero. En la actualidad, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) es la principal entidad del gobier­no que se encarga de otorgar licencias en lo referente al manejo del cannabis, en territo­rio nacional.

Hasta ahora, esta dependencia de la Se­cretaría de Salud, ha autorizado cerca de 200 permisos para consumo personal y, en agosto de 2022, otorgó un consentimiento especial a veinte comunidades indígenas en el estado de Oaxaca, para la siembra y cosecha de la planta, sin fines de lucro. Por su parte, en di­ciembre del mismo año, la firma canadiense Xebra Brands logró un amparo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para cultivar, procesar y comercializar el cannabis sin psi­coactivo.

A partir de ello, el pasado 9 de marzo, la Cofepris reconoció que la empresa, a través su filial Desart MX, tiene la facultad de sem­brar y manufacturar con cáñamo, sin fines médicos ni de consumo humano, en nuestro país; sin embargo, el órgano federal también señaló que, de acuerdo a la información con la que cuenta, no puede garantizar la seguridad de los productos.

Ante esto, expertos y organizaciones ex­presaron su desacuerdo sobre los lineamien­tos y conductas de la Comisión, en relación a la elaboración de cannabis industrial. Este grupo interdisciplinario, por medio de un comunicado firmado, pone énfasis en las ca­racterísticas inocuas del cáñamo utilizado en la fabricación textil, de papel, de pintu­ra e, incluso, de combustible para motores. Asimismo, argumentan que, al tratarse de la producción de materias primas, las instan­cias gubernamentales que corresponden a la regulación de dicha actividad deberían ser las de agricultura y/o economía.

COMERCIALIZACIÓN CANNÁBICA

En todo el mundo, una de las cuestiones cen­trales que existe sobre la explotación utilita­ria de la planta, es el empleo de variantes u obtención de recursos con muy bajos niveles de componentes psicoactivos. El principal de estos elementos, es el llamado THC (tetrahi­drocannabinol). En México, un producto me­dicinal o de ingesta humana, en cuya elabo­ración se emplearon derivados del cannabis y aun cuando se tiene el permiso correspon­diente, debe contener menos del 1% de THC: esto, de acuerdo a lo reconocido por la Supre­ma Corte de Justicia de la Nación, en diciem­bre de 2021.

Por su parte, las empresas e iniciativas que buscan la legalización de esta especie vegetal, resaltan el potencial de aquellas variantes que tienen concentraciones mí­nimas de THC y, al mismo tiempo, son ricas fuentes de CBD (cannabidiol). Este último, según documentos técnicos publicados por la Secretaría de Salud, es un componente con efectos antiinflamatorios, analgésicos, antipsicóticos, antiisquémicos y ansiolíticos o antiepilépticos.

El CBD, al ser un ingrediente sin efectos dañinos para la salud humana, es investi­gado y perseguido para su aplicación en distintos sectores comerciales y de produc­ción. Por esta razón, hoy en día es frecuente encontrarse con productos que contengan dicha sustancia: ya sea en el área de me­dicina alternativa, en forma de bálsamos como el famoso “ma­riguanol”, o en aceites que miti­gan la migraña y el insomnio; así como en alimentos y complemen­tos nutricionales, en presentacio­nes como bebidas energetizantes, cápsulas y hasta gomitas comestibles, que prome­ten mejorar la absorción de proteínas y ácidos grasos saludables.

 

En México, gran número de estos artí­culos se comercializan de manera libre, en distintos establecimientos reglamentados y través de portales en línea de todo tipo. Sin embargo, la mayoría de estos son pro­ducidos e importados de países con legisla­ciones más avanzadas en tal materia, entre los que destacan Canadá y Estados Unidos. Acerca de este último, el portal alemán de estadísticas Statista calcula que, en 2022, el mercado estadounidense del cáñamo in­dustrial produjo ventas de 588 millones de dólares (mdd).

A su vez, la plataforma europea Prohibi­tion Partners, como parte de la tercera edi­ción de The Global Cannabis Report, calcula que el mercado global de CBD ascendió a 45 mil mdd, durante 2022; y estima que, para 2026, alcance los 101 mil mdd.

Distintos estadistas coinciden en que Mé­xico, a pesar de su marco jurídico, es uno los principales mercados del cannabis, en pro­ductos recreativos y medicinales, tanto por vías legales como ilícitas. Por ello, organiza­ciones internacionales, como Endeavor, de­terminan que, para 2028, el comercio medici­nal de la planta podría valuarse en 2 mil mdd en nuestro país. Mientras tanto, la empresa New Frontier Data menciona que, en 2020, el mercado nacional de CBD movió alrededor de 9 mdd y, para 2027, podría escalar hasta los 675 mdd.

INICIATIVAS NACIONALES

De acuerdo con lo dicho por Lorena Beltrán, fundadora y CEO de CannabiSalud, en México la mayor parte de las inversiones que impul­san la legalización, investigación y comer­cialización de cannabis, son realizadas con capital nacional; ya que, ante las irregulari­dades legislativas del país, los extranjeros prefieren no arriesgar o generar comercio indirecto. En este sentido, organizaciones como CannabiSalud y la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis (ANICANN), rea­lizan distintos esfuerzos para difundir infor­mación precisa sobre el consumo y potencial de la planta, en aras de impulsar la industria cannábica en este país.

A través del portal de la ANICANN se pue­de acceder a las investigaciones del Clúster Cannábico de Alta Tecnología, Investigación y Desarrollo (CCATID), que la propia asocia­ción ha organizado en conjunto con empre­sas, instituciones y demás agentes, para “ser un polo de conocimiento especializado, con ventajas competitivas, beneficios tecnológi­cos y financieros”.

Por su parte, este año CannabiSalud orga­niza la segunda edición del Congreso de Ne­gocios e Inversión, con el objetivo de reunir empresarios y creadores de proyectos o de propuestas de negocios, en torno a la indus­tria del cannabis. El evento se llevará a cabo en Cancún, del 14 al 16 de junio, y puede con­sultarse más información sobre el mismo, en su página de internet.

Otra iniciativa similar es Hempresarios que, con la celebración de su cuarto encuen­tro, busca generar una sinergia de negocios, al convocar a conferencistas, marcas comercia­lizadoras, inversionistas y cualquier persona interesada en: “uno de los sectores de mayor crecimiento en la última década”. Este año, el evento se realizará del 26 al 28 de mayo, en la Ciudad de México.