La gestión adecuada de activos fijos es una tarea imprescindible para cualquier empresa que aspire a mantener eficiencia operativa y control financiero. En México, donde el cumplimiento con las Normas de Información Financiera (NIF) es fundamental, la correcta administración de estos bienes contribuye tanto a la transparencia contable como a la optimización de recursos y la toma de decisiones estratégicas. Sin embargo, la falta de control sobre los activos puede derivar en riesgos financieros, operativos y fiscales, afectando gravemente los resultados de la empresa.
UNA GESTIÓN EFICAZ DE LOS ACTIVOS FIJOS SE BASA EN CUATRO FASES ESENCIALES:
La primera fase es el levantamiento informativo del activo e inspección física, en la que se identifican y documentan todos los bienes en las instalaciones de la empresa. Esta etapa permite crear un inventario detallado que vincula datos técnicos, fotografías y documentación, asegurando que cada activo sea localizado y etiquetado correctamente. La precisión en esta fase es fundamental para evitar la pérdida de activos y asegurar un control exhaustivo. La segunda fase implica la creación del listado contable con soporte documental, lo cual permite consolidar la información financiera de los activos. Aquí se verifica que cada bien registrado esté respaldado por documentos como facturas y órdenes de compra, facilitando su integración en los estados financieros. Este proceso asegura la alineación con las NIF, evitando inconsistencias en los informes contables y fortaleciendo la transparencia de la información. La tercera fase es la conciliación entre el inventario físico y los registros contables, identificando discrepancias que podrían indicar activos perdidos, no registrados o mal clasificados. Esta conciliación es esencial no solo para la exactitud de la contabilidad, sino también para evitar problemas durante auditorías internas y externas. Contar con información precisa permite reducir riesgos fiscales y operativos, garantizando el correcto uso y mantenimiento de los activos. Finalmente, la cuarta fase consiste en la entrega de un archivo maestro consolidado, que reúne toda la información relevante de los activos fijos en un formato digital y físico. Este archivo permite a la empresa consultar, actualizar y auditar sus activos en tiempo real, brindando soporte tanto para la toma de decisiones como para el cumplimiento normativo. La documentación continua y el mantenimiento de este archivo son clave para garantizar que la empresa pueda responder de manera eficiente ante auditorías o cambios regulatorios. Una gestión deficiente de los activos fijos puede generar riesgos significativos, como sobrevaluación o subvaluación de los bienes, errores en los estados financieros, pérdida de incentivos fiscales o incluso sanciones por incumplimiento de las NIF. Además, la falta de control puede traducirse en gastos innecesarios, deterioro de bienes por falta de mantenimiento, y una baja capacidad de respuesta ante imprevistos operativos. Al integrar estas cuatro fases de gestión, la empresa fortalece su estructura financiera, minimiza riesgos y asegura que sus decisiones estratégicas estén respaldadas por información confiable. Esta metodología no solo permite un mayor control operativo, sino que también facilita la identificación de oportunidades de mejora y optimización de recursos, alineándose con las exigencias de las NIF para mantener transparencia y eficiencia. MOORE México se distingue por su equipo multidisciplinario, especializado en la gestión integral de activos fijos y alineado con las mejores prácticas internacionales. A través de un enfoque personalizado, garantizamos procesos confiables que brindan tranquilidad y certeza a nuestros clientes en cada fase del proyecto.