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En México, existen un poco más de 100 aseguradoras y 14 afianzadoras

 El recurso más escaso que tenemos los toma­dores de decisiones, es el tiempo; claro que nos gustaría detener el mundo para volver­nos especialistas, dominar todos los temas empresariales para tener toda la información y jamás errar en una decisión…, y justo para eso, se formó una profesión paralela a las empresas que somos los intermediarios. Ahorrar tiempo, dinero y aportar toda la información necesaria para ayu­dar a tomar decisiones.

 

En el mundo de los negocios, continuamente nos encontramos en necesidad de comprender antes de emprender o adquirir; queremos invertir en un nuevo proyecto, hacer inversiones de nues­tro flujo en la bolsa de valores, realizar un con­greso, convenciones y viajes, proyectos especia­les, al realizar nuestra administración de riesgos vemos necesario asegurar nuestros activos, em­pleados y autos; asimismo nos solicitan fianzas o necesitamos proteger nuestros proyectos de de­sarrollo contra incumplimientos de contratistas o proveedores.

 

Siempre corre por nuestra mente ‘ahorrar’ al irnos directo, es un pensamiento constante don­de nuestra voz interna de tomadores de decisio­nes nos susurra ‘Tú puedes entenderle bien y lo­grar un ahorro’. Pocas veces analizamos el gran valor agregado que le aporta un intermediario profesional.

 

Sin duda, hay personas que han logrado ser su propio asesor financiero, tomando cursos y lo­grando irse directamente a la bolsa u otros mer­cados, inclusive hay casos donde alguien hace su propia contabilidad, diseña una casa, planea su viaje o compra sus seguros directamente a un banco o aseguradora; pero para lograr un resul­tado realmente bueno, la inversión en tiempo, análisis y estudio tiene que ser muy intensiva, ya que son disciplinas complejas y cambiantes.

 

La administración de riesgos se resume en la toma de decisiones para lograr que nuestra orga­nización sobreviva a siniestros, incertidumbres y manejo de crisis. A través de identificar riesgos, para luego eliminarlos, mitigarlos o compartirlos, vamos a necesitar de un intermediario que nos apo­ye asesorándonos en la última acción, compartirlos.

En México, existen un poco más de 100 asegu­radoras y 14 afianzadoras, hay un mundo de op­ciones y entenderle a todos los seguros y fianzas, no es nada fácil.

 

Para ser intermediario o agente de seguros y fianzas, se debe de acreditar ante la autoridad CNSF varios exámenes de acuerdo al tipo de ries­gos a asesorar, las más comunes son: riesgos fa­miliares (cédula A), empresariales (cédula A+B), grandes riesgos (A+B+C), Fianzas (cédula F) y otras más específicas. Además de acreditar un módulo financiero y todos los requisitos legales y fiscales para operar como persona física o moral, pues no son empleados de las aseguradoras, son profesionales independientes.

 

Los agentes exitosos, para poder tener tiempo para seguir generando negocio y capacitándose, a su vez también tenemos que convertirnos en empresarios, contratando empleados, pagando impuestos, infraestructura y tecnología, además de también necesitar otros intermediarios.

 

A mi me gusta mostrar el gran beneficio que ge­nera el ‘círculo virtuoso de los seguros y las fianzas’, pues cada vez que alguien adquiere este tipo de he­rramienta financiera, genera bienestar y tranquili­dad, a los suyos y a otros, pues un gran porcentaje de las primas que se pagan, se van a pagar siniestros, los seguros y fianzas representan cerca del 2.5% del PIB Nacional, cada vez que alguien choca en su auto, se genera empleo para ajustadores, doctores, mecá­nicos, se indemnizan daños y lesiones.

 

Cada vez que hay un incendio se garanti­za la continuidad de una empresa que genera empleos y se reponen las pérdidas contratan­do constructoras, fomentando el movimiento de la economía, en lugar de tristeza y drama, hay bienestar e inyección de capital.

 

Sin duda, como tomadores de decisiones, debemos de seleccionar al intermediario más preparado posible de acuerdo a nuestro ne­gocio, con mayor experiencia y recomenda­ciones, pues la mayor fuente de conocimiento de un asesor es la experiencia, el realizar ase­sorías continuas, estudio y capacitación.

 

Concluyendo, debemos de confiar que el utilizar un intermediario, aporta valor, ex­periencia y saber; claro que debemos de te­ner idea de lo que el asesor nos recomienda, meterle tiempo para entender y exigir cla­ridad, al final la supervivencia de nuestro negocio dependerá de las buenas decisiones que tomamos.