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Es falso que nuestras acciones puedan destruir el planeta, nuestras acciones nos destruirán a nosotros. Él va a seguir, con tiempo sanará sus heridas, aparecerán especies nuevas y seguirá adelante. Nosotros no.

 

El pasado 5 de junio conmemoramos el Día Mundial del Medio Ambiente. Designado por las Naciones Unidas, nos recuerda la importancia de la salud y la protección del medio ambiente para el bienestar de los seres humanos y el desarrollo económico en el mundo.

 

A pesar de que palabras y frases como: huella de carbono, sostenible, ecosistema, medioambiente, etc., se han colado a nuestro lenguaje cotidiano, todavía no se cuelan en nuestro comportamiento diario. Día a día dejamos pasar oportunidades valiosas para darle un respiro al planeta, somos una especie inteligente que en sociedad suele comportarse estúpidamente.

 

Ensuciamos y maltratamos nuestra casa como si tuviéramos una nueva en otro fraccionamiento esperándonos. Sabemos que no la hay. Individualmente hay una serie de acciones que podemos cambiar u optimizar para reducir nuestro impacto negativo en el medio ambiente. Seguro que las conocen, ojalá podamos colocarlas a nuestro actuar diario.

 

Pero esta es una columna empresarial, y aunque nos tiramos al ruedo con muchos temas, siempre terminamos reconectando, no es difícil ya que el ecosistema empresarial es transversal a la actividad humana.

 

Así que vamos al tema; últimamente las empresas y los empresarios somos los villanos favoritos de prácticamente todas las causas que se les ocurran, sobre todo si tienes un micrófono todas las mañanas, aunque si hablamos de medio ambiente, desafortunadamente algo hay de verdad.

 

Pero también es cierto que, como sector, reconocemos, aprendemos y enmendamos. Hoy es prácticamente imposible que un emprendedor piense y desarrolle un nuevo modelo de negocio que no sea sostenible medioambientalmente. Cada día es más difícil que las grandes empresas puedan mantener sus relaciones internacionales de negocios si no cumplen con estrictas normas en su producción y utilizan energía de procedencia limpia. Aún las pequeñas y medianas empresas ya toman decisiones, a veces muy difíciles por su costo y riesgo, con miras a reducir su impacto negativo en el medio ambiente.

 

Aquí la autoridad debería jugar un papel importante, pero desafortunadamente muchas veces no entiende la actividad empresarial y otras tantas al medio ambiente. Además, la legislación es lenta, insensible, conveniente a ciertos intereses, con algunas medidas a favor y en contra del medio ambiente sin criterios técnicos, impulsadas por ideología o ignorancia. Poco avanzaremos si esperamos a la autoridad.

 

Nosotros debemos adelantarnos, no esperar a que la legislación buena o mala nos alcance, ya sabemos el rumbo del planeta, acompañemoslo. Con responsabilidad social tomemos decisiones para que nuestras empresas reconduzca su camino hacia una economía circular, sostenible, fortalezcamos vínculos y alianzas comerciales con aquellos que también juegan limpio con el planeta, apoyemos a aquellos proveedores que están encaminando sus operaciones. En esta batalla por nuestra casa no estamos solos, por lo que no deberíamos actuar solos. Además, en mediano plazo una operación sostenible, genera una mayor rentabilidad y mejores oportunidades para todos.

 

Institucionalmente, desde Coparmex y como parte de nuestro Modelo de Desarrollo Inclusivo MDI, trabajamos en una agenda que garantice oportunidades y recursos para todos, hoy y en el futuro. Proponiendo y apoyando políticas públicas que promuevan el cuidado y mejoramiento del medio ambiente, la actividad económica sostenible y sancione a empresas, personas y gobiernos, que lo impacten negativamente.

 

Por cierto, por segundo año consecutivo tuve la oportunidad de participar en el programa de reforestación del EcoCampus de la BUAP, es espectacular la forma en que están recuperando esa zona, son una comunidad de verdaderos superhéroes, en nombre de todos ¡mil gracias!

¡Hasta la próxima y que Dios reparta suerte!