DR. JOSÉ EDUARDO GARCÍA CORTÉS: EL BRAZO DERECHO DE LOS EMPRESARIOS
Un gran negocio a un precio justo es mejor que un negocio justo a un gran precio” es una de las valiosas lecciones de Charlie Munger, magna cum laude de la Harvard Law School, vicepresidente de Berkshire Hathaway y brazo derecho de Warren Buffett (top 10 de los hombres más ricos del mundo). Por lo tanto, con el testimonio de Munger, se confirma que un abogado de formación puede estar al lado, pero, sobre todo a la altura de los grandes hombres y mujeres de negocios.
Ahora bien, para que los abogados se adapten eficientemente al sector jurídico y empresarial ante un entorno VUCA (es un acrónimo que se utiliza para describir entornos altamente volátiles, con alta incertidumbre, complejos y ambiguos), citando a Albert Einstein: “Primero tienes que aprender las reglas del juego y después jugar mejor que nadie”, es decir, además del conocimiento técnico y habilidades blandas que demanda el ejercicio profesional del derecho corporativo en su día a día; le corresponde a los abogados de empresa (in house o externos) ir más allá de brindar seguridad jurídica y certeza económica desde su posición clave y de confianza, por lo tanto, deben agregar valor en la toma de decisiones a nivel operativo, táctico y estratégico, principalmente, ya que, como dijo Elon Musk: “Te pagan en proporción directa al nivel de dificultad de los problemas que resuelves”. En esa inteligencia, los empresarios deben poner a prueba a sus abogados para saber si tienen la madera de líder que se exige en el mundo de los negocios, y así justifiquen su existencia dentro de la organización.
Por otro lado, de manera urgente e importante, a los abogados en el México moderno nos corresponde sumar esfuerzos para consolidar un Estado de derecho en serio y bien pensado desde su origen (causas) hasta las consecuencias (efectos), ya que en caso contrario, en nuestra opinión, se da origen, a lo que el Doctor Silvino Vergara Nava denomina en su Libro “Temas jurídicos para tiempos no jurídicos” como derecho simbólico, “… es decir, un derecho ineficaz que no resuelve los problemas y que únicamente da una sensación de solución que, paradójicamente, incrementará las problemáticas”. Finalmente, quisiera compartirles una historia sorprendente del abogado que nunca ganó un pleito, pero cambió al mundo. En alguna entrevista realizada al Dr. Mario Alonso Puig, médico español, fellow en cirugía por la Universidad de Harvard y speaker internacional de liderazgo, menciona a Gandhi y nos explica con su ejemplo que: en todo ser humano hay grandeza. Gandhi padecía una enorme timidez, una timidez profundamente limitante; Sin embargo, él se formó como abogado en Inglaterra y ejerció en Bombay, pero nunca ganó ningún pleito.
Un abogado debe tener una buena retórica, una buena capacidad de comunicación, no la tenía. Un familiar tuvo un problema legal en Sudáfrica, por lo que su familia consideró, que si el joven Mohandas Gandhi (su nombre es Mohandas, Mahatma quiere decir “alma grande”) fuera allí, a lo mejor en el camino se espabilaba, como cuando se manda a un hijo o a un sobrino al extranjero, a ver si con el aire se espabila. Entonces, ¿qué pasa? Que algo le sacudió profundamente: la injusticia que vio, y este es un punto clave, porque cuando el corazón de un ser humano es tocado con tal nivel de impacto, el cerebro empieza a operar de una forma radicalmente distinta. Gandhi fue un hombre que ya ni siquiera movilizaba a la gente por su capacidad de comunicación, su simple presencia ya movilizaba. ¿Qué nos quiere decir esto? Que no cabe duda que el elemento genético cuenta, ¿cómo no va a contar? No es el definitivo, marca una tendencia, pero no determina, influye, pero no determina. ¿Qué ocurre? Que para que uno dé la vuelta a esa tendencia, tiene que tener una motivación lo suficientemente potente para que el cerebro empiece a trabajar de una manera radicalmente distinta. Por eso, nunca hay que dar a nadie por perdido, un ser humano siempre nos va a sorprender.