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Apostemos e invirtamos en México

Se termina un año más en un país con las ganas de siempre, pero con los mismos resultados insuficientes en crecimiento, desarrollo humano, calidad de vida y no hablemos de seguridad porque ahí sí está para llorar.

 

Pareciera que pasa el tiempo y México, que somos todos, no cambiamos, seguimos cargando con los mismos complejos, las mismas limitantes. 

 

Un país lleno de contradicciones, confundido, desesperado. El camino al desarrollo es lento y lleno de retos, más en una democracia donde la diversidad y estilos de proyectos se hacen presentes cada seis años y buscan desacreditar lo mucho o lo poco bueno que se hizo en gobiernos pasados.

 

Para mí no hay duda, el México de las instituciones comienza en la década de los 80s, se fortalece en la década de los 90s y se consolida en los dos miles. Somos un país joven en instituciones, pero tenemos maestría en auto sabotaje y doctorado en malas decisiones. 

 

Hoy estamos en un escenario complejo, donde una vez más las instituciones en México están siendo amenazadas. No es algo exclusivo de este gobierno, cada ejecutivo ha tratado de imponer de una y otra manera sus ideas, pero tampoco es mentira que el gobierno en turno ha sido el más insistente.

 

Una vez más nos topamos ante un nuevo reto económico y político al que vamos a salir adelante. No sabemos cuál será el costo, pero saldremos adelante, no sabemos en cuánto tiempo, pero saldremos.

 

Esta semana tuve la oportunidad de conocer la Presa de La Amistad, una obra de infraestructura impactante, un mar artificial entre dos países, México y Estados Unidos. Me encontraba de pie sobre aquella cortina gigantesca con una monumental águila calva que simboliza a los Estados Unidos y Justo a su lado un águila, del mismo tamaño, devorando una serpiente representando a México. Un escenario majestuoso que me dio a reflexionar una idea.

 

Nuestro país nos brinda enormes posibilidades, por su ubicación geográfica, por sus recursos naturales, por su cultura, por su diversidad. Son muchos menos importantes y cuantificables las limitaciones que las ventajas que tenemos. 

 

Si México fuera un paciente en terapia, nuestro diagnóstico sería: tenemos un grave problema de auto sabotaje y un trastorno dismórfico no solo corporal, cultural.

 

Es tiempo de concebirnos como lo que somos, un país que da saltos hacia delante, uno que puede dejar a un lado los intereses personales y privilegiar lo correcto y honesto por delante de la oportunidad desleal y corrupta. Somos un país preparado, con profesionales, científicos, ingenieros, emprendedores, visionarios. Es tiempo de darle espacio a los especialistas. México ya no está para perder el tiempo en echar culpas, estamos en tiempo de fortalecer lo bueno que hemos hecho y tomar un camino rápido y sin baches hacia el progreso. 

 

Este 2023 comencemos a desarrollar las ideas que faltan por desarrollar, generemos los empleos que faltan por generar, apostemos e invirtamos en México, al final del año no habremos logrado un gran cambio, pero al menos comenzamos. 

 

Los grandes proyectos de nación no se hacen de un año para otro, pero lo importante no es cuánto duraron, lo importante es cuándo comenzaron. Una vez que tomemos el camino correcto, llegar será lo de menos, vamos a disfrutar del trayecto.