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¿Has visto que los intestinos y el cerebro tienen apariencias similares? La naturaleza no hace nada por casualidad, de la misma manera que el cerebro recibe, transmite señales y estímulos reaccionando a cualquier tipo de agente externo, sensación, emoción o estrés. Igualmente, el intestino es un órgano lleno de sensibilidad, reacciona a los estímulos.

Irina Matveikova, doctora especialista en Endocrinología y Nutrición Clínica, afirma en su libro “Inteligencia digestiva” que tenemos dos cerebros, uno en el cráneo y otro en los intestinos, ambos están conectados, y al mantener ambos en equilibrio hay un mayor bienestar.

 

Cuanto más débil esté nuestro sistema digestivo, más padecemos problemas mentales y neurológicos. En su opinión, afirma que somos lo que comemos, y por ello se necesita prestar atención a la alimentación para prevenir problemas de salud.

 

INFLUENCIA EMOCIONAL DE LA DIGESTIÓN EN EL CEREBRO Y VICEVERSA

Desde la manera de tomar decisiones, la conducta, los pensamientos y las emociones tienen una íntima relación entre nuestro aparato digestivo y nuestro cerebro de acuerdo con estudios científicos. El intestino posee el sistema nervioso más completo y grande después del cerebro, además de una gran responsabilidad en  fortalecer el sistema inmune.

 

El aparato digestivo tiene una comunicación constante con nuestra mente a través del nervio vago. Gracias al continuo interés de los investigadores en el tema de los intestinos y el estado de ánimo, se ha descubierto que hay más de 100 millones de neuronas que envuelven el intestino.

 

Este es uno de los aspectos por el cual los científicos lo han considerado como un segundo cerebro. Esta red neuronal contenida allí, convierte al intestino en un lugar de decisiones, que llamamos decisiones viscerales. No por casualidad, se dice que algunas emociones ‘salen del estómago’ de forma espontánea.

 

Conocemos que desde el cerebro tomamos decisiones racionales, pero de acuerdo a los numerosos estudios, los científicos consideran que los intestinos desempeñan un papel importante tanto al tomar decisiones, así como en la aparición de muchos problemas psicológicos o psiquiátricos.

 

En el intestino también se produce serotonina, dopamina y hay una alta implicación de secreción de opiáceos durante la ingesta. Por lo tanto, es capaz de influir en la actividad del sistema nervioso central, y debido a ello, proporciona bienestar físico y emocional, o por el contrario, sensaciones incómodas como la ansiedad o el estrés.

 

Esto se debe a que las bacterias intestinales transmiten información al cerebro a través del nervio vago, que se extiende desde el tronco cerebral hasta el tracto gastrointestinal. Por ello existe una estrecha relación entre la microflora intestinal y el desarrollo del cerebro.

 

Incluso las neuronas en el intestino producen cambios en el estado de ánimo, relacionado a los neurotransmisores como la serotonina. El 95% de esta, se produce en el intestino y es también llamada la hormona de la serenidad, que regula el humor y el comportamiento.

 

Las bacterias intestinales son una parte activa e integrada de nuestro cuerpo, y como tales, son altamente dependientes de nuestra dieta y sensibles a nuestro estilo de vida. Los investigadores han observado que si se consumen muchos alimentos procesados o bebidas azucaradas, las bacterias intestinales se ven seriamente comprometidas.

 

De hecho, muchas patologías crónicas están relacionadas a una mala dieta, sobre todo con la ingesta de los alimentos procesados, que no sólo destruyen la microflora benéfica y los azúcares de cualquier tipo, éstos favorecen a las bacterias dañinas y alteran las funciones intestinales esenciales.

 

Por el contrario, las bacterias intestinales, tipo lactobacilus y bibidobacterium producen ácido gamma-aminobutírico, un neurotransmisor que se encarga de regular procesos psicológicos que ayudan a mantener el contacto bidireccional entre el intestino y el cerebro. Es decir, a través de ellas se puede modificar la flora bacteriana y los estados de ánimo.

 

Ambos sistemas se influyen mutuamente a través de neurotransmisores y hormonas, y participan en la regulación de emociones. Por lo tanto, se está volviendo cada vez más claro que se necesita una alimentación saludable que mantenga la flora intestinal libre de contaminación ambiental que llega al cerebro con alimentos procesados.

 

Por ello, investigaciones hablan de incluir probióticos o alimentos ricos en bacterias saludables, como es el caso de los yogures y otras leches fermentadas, que también pueden tener una influencia positiva en nuestra actitud mental. Por ello, algunos expertos hablan del término psicobiótico, por la influencia que tienen los probióticos en la mente y las emociones.

 

En ese sentido, el hecho de que se consuman más alimentos naturales y sanos, como suplementos probióticos no sólo sirve para optimizar la microflora intestinal, mejorando el sistema inmune; sino que son un eje que se establece entre intestinos y el cerebro para mantener el buen humor.

 

Como vemos, no sólo se parecen físicamente, sino que uno es capaz de alterar o beneficiar el funcionamiento del otro. Donde las situaciones de estrés y las emociones también desencadenan alteraciones en la correcta función de los intestinos.

 

Finalmente, la doctora Irina Matvelkova recomienda que para mantener bien nutridos a los dos cerebros es necesario comer alimentos como el aguacate, los plátanos, las nueces, la cúrcuma, el huevo, el pollo, y todos los alimentos frescos, evitando los envasados y los dulces industriales.