Queridos lectores y lectoras, este mes hablaré sobre la economía del propósito en las empresas, que busca liderazgo sobre la competencia, mejora la reputación, genera un impacto social y aporta a la humanidad. Se trata de equilibrar ganancias y propósito, considerando la comunidad, trabajadores, medio ambiente y clientes.
Estamos frente a un concepto relativamente nuevo, que nos hace entrar en conciencia y reflexionar sobre los intereses de la empresa, ya no solo en torno a los accionistas únicamente. Nos topamos con empresas cuyos objetivos ya incluyen el bienestar de clientes, trabajadores, proveedores y la sociedad. Les llaman empresas con impacto, debido al impacto social que genera su nueva filosofía, desafiando el concepto capitalista que reinaba a finales del siglo XX, como aquel propuesto por el economista Milton Friedman en 1970, a través de un polémico artículo llamado “La Responsabilidad Social de las Compañías es Aumentar sus Beneficios”.
Hoy, muchos años después, cada vez más líderes en el mundo reconocen su responsabilidad en el desarrollo social y ambiental, y se retractan de dicha cultura empresarial. Habrá que diseñar nuevos modelos ante los desafíos económicos actuales, como buscar el beneficio para las mayorías, al igual que alguna vez se buscó para los accionistas. Esto no implica perder dinero; por el contrario, significa agregar valor a la empresa y generar mayores ganancias, no solo económicas en un inicio, sino a largo plazo.
Lo vivimos durante la pandemia, en medio de la incertidumbre y la pérdida, comprendimos que no controlamos el entorno, solo nuestras reacciones. Nos dimos cuenta de que las empresas podíamos ayudar a los demás, podíamos otorgar apoyo a otras empresas para sobrevivir juntos. También nos dimos cuenta de la responsabilidad hacia el planeta del que nos beneficiamos diariamente. Nuestras acciones irresponsables, propias de cada industria, impactan el medio ambiente. Por eso debemos adoptar medidas sostenibles para equilibrar estas agresiones y enfrentar la crisis mundial actual.
El sector privado es responsable de generar grandes cantidades de huella de carbono, así como de otras múltiples consecuencias del consumismo. Y hoy se está reivindicando, al hacer parte de su propósito, las acciones pertinentes, desde asegurarse de cumplir con la regulación medioambiental, hasta contar con políticas sostenibles a largo plazo frente al riesgo climático. También existen proyectos basados en los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), como apoyos a comunidades marginadas, garantizar la equidad e inclusión, asegurar los patrones de consumo sostenibles y lograr la seguridad alimentaria mejorando la nutrición a través de la promoción de la agricultura sostenible, por poner ejemplos claros del impacto positivo que pueden promover las empresas.
Ahora, sería una buena idea comenzar a accionar desde el propósito de crear un impacto social, transformando la filosofía de las compañías desde el interior, convirtiéndolas en empresas responsables y comprometidas con el bienestar integral. Esto se lograría tomando decisiones en beneficio del entorno y no solo buscan lucrarse. Los beneficios de adoptar esta economía del propósito incluyen una mejor reputación, lealtad de clientes y proveedores, marcas que enamoran y enorgullecen a la humanidad, relaciones públicas positivas con el gobierno y otras organizaciones, convenios con asociaciones y fundaciones que generan prensa positiva y valor intangible para proyectos y campañas publicitarias. Estas acciones eventualmente se traducen en beneficios económicos.
Te invito a convertirte en una empresa socialmente responsable que se integre a la economía del propósito y genere valor tomando el lugar y el papel que le corresponde en la comunidad para lograr un futuro compartido, desde la inteligencia social y la sostenibilidad.