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La industria automotriz, uno de los pilares de la economía mexicana. Desde hace años, y hasta la fecha, ha estado vigente en las mentes de los empresarios y, en general de los mexicanos.

Rubén Contreras, presidente de Grupo Excelencia, nos platica sobre su his­toria, los retos que lo impulsaron a salir adelante, su ideología, valores y sobre todo las enseñanzas que le deja a las siguientes generaciones de empresarios.

¿QUIÉN ES RUBÉN CONTRERAS?

Empresario modelo en México y específica­mente en Puebla; un ser humano humilde pero con visión, siempre con el objetivo de in­novar y no quedarse atrás. Un hombre incon­forme, filántropo, que se afirma a sí mismo como alguien que ha venido a colaborar, a dar.

Al entrar a su oficina se percibe un impacto totalmente diferente, una atmósfera automo­triz que refleja lo que es el grupo. En una de las paredes se encuentra colgada una figura de un auto Fórmula 1, tamaño real, hecha de 3 millones de chaquiras (de arte huichol). También se distinguen una serie de imágenes que representan a la familia del empresario, su trabajo e historia y el porqué del grupo. “Así lo pedí: que exprese lo que somos, lo que hemos hecho, nuestro pensamiento, historia y futuro”, comenta.

En el pasillo se encuentra una foto de su pa­dre enmarcada con una llanta, representando su trayectoria y recordándole sus humildes orígenes pero también sus fuertes conviccio­nes.

UNA TRAYECTORIA SIEMPRE EN MOVIMIENTO

El camino que ha tomado Rubén, junto con toda su familia en Grupo Excelencia es muy vasto. Respecto a esto, dijo: “Es una histo­ria del año 40 al 2000. Pasamos 60 años in­mersos en el trabajo de las llantas. Fuimos distribuidores de varias marcas, pero lo que siempre nos movió fue: no quedarnos con una tienda. Siempre crecimos de tal modo que, si me preguntas, nuestra historia nunca ha teni­do paro. Año tras año siempre hemos estado innovando, creciendo y haciendo.”

En 1987 se involucró en la distribución de motocicletas, siendo el primero en traer la marca Honda a Puebla. A partir de aquí no hizo más que mejorar, pues “Siempre hemos estado hechos de un estilo en el que no hay conformidad positiva empresarial. Siempre hemos estado buscando dónde más hay oportunidad para demos­trar que el espíritu de la persona puede llegar hasta donde tú quie­ras. Estábamos muy cómodos con las llantas, fuimos muy exitosos, pero vi algo nuevo con las motos”.

El siguiente paso eran los autos. Consiguió la distribución de Honda en 1996, nos narra que: “El primer mes vendimos 50 coches allá, pero la primera empresa se pagó en menos de seis meses.

Me nombran presidente de la Asociación de Distribución de

Camiones y me entero que ahí vienen Toyota, Suzuki… Luego vienen las coreanas como Hyundai y Kia… Ahora vienen las chinas: AMG, Chirey… Pero en medio de ello también dijimos: ‘debemos tener coches orientales pero también europeos’. Conseguimos la distri­bución de BMW, Mini, Renault… Así que la expectativa era que a nosotros no se nos va un cliente. Imposible que se vaya”.

“En primer lugar, lo fundamental es creer en ti. Pero junto a eso debes ser cumplidor. Pro­fundamente cumplidor”.

El empresario menciona la importancia de la palabra, la cual debe ser una ley que jamás se rompa y sea cumplida exactamente a la hora y momento en que se dijo.“Y junto con eso vienen otras muchas cosas como amor a lo que haces”, afirma.

Adentrándose más al tema de la estructura empresarial, Rubén menciona que “Cuando la relación entre colaborador y empresa es sana, limpia, bonita… el colaborador se siente parte de ella. Se siente dueño de la empresa y eso hace que la empresa crezca, fruc­tifique. No digo que sea más fácil, no es fácil, pero es mucho más agradable y sencillo ver el éxito”.

“Cuando la gente me dice ‘yo me pongo la ca­miseta’, le digo: ‘estás mal. La camiseta se qui­ta y se pone en 20 segundos… aquí te tienes que grabar en el alma y en el corazón la marca y tu empresa”.

El presidente de Grupo Excelencia también recalcó que lo más im­portante para su empresa es el cliente: “Para mí el cliente es la bendición de Dios en la tierra. El cliente para nosotros es el amo, el señor, el patrón, el que dice y el que puede gritar. No nosotros”. Dijo que, entendiendo esto, el cliente se irá fascinado y traerá a más personas.

Para finalizar, Rubén dio unas palabras de inspiración a las nuevas generaciones:

“Las personas que estudian una carrera no de­ben hacerlo para verse como gerente de una empresa, deben estudiar para ser un empre­sario que dé 1, 10, 20, 50 o mil empleos. Para eso ha valido la pena que sus padres inviertan en ustedes, no en la comodidad de un buen empleo. Siempre habrá alguien más que tenga necesidad de otros trabajos. Nacieron para ser empresarios. México necesita empresarios honestos, comprometidos, que paguen bien sus impuestos y mucho mejor a su gente.”

Rubén Contreras nos ha regalado una reflexión muy valiosa con la que muchas personas, tanto empresarios como jóvenes, podrán seguir realizando sus trabajos de la mejor manera, con un enfoque altruista y siempre pensando en el bien común.