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¿Te gustaría sacar el mayor potencial a tus cualidades como líder, emprendedor o empresario? ¿Estás aplicando tus talentos para generar el mayor valor en tu trabajo? ¿Tu crecimiento personal está impactando positivamente en tu entorno, o es el entorno el que inclina la balanza en tus decisiones?

Soy Fernando Herrera Morones, Mentor en liderazgo y desarrollo directivo. Ayudo a dueños de negocio y directores a perfeccionar sus cualidades como líderes, consolidando virtudes que den a su acción facilidad de ejecución, velocidad de respuesta, enfoque a lo prioritario y agilidad para buscar el bien mejor.

Muchos capitanes de empresa viven atados a la operación de su negocio y dedican horas y horas, descuidando a su familia y perdiendo el propósito de su vida. Por medio de una serie de herramientas probadas, te oriento para que logres sacar todo tu potencial y formar una empresa que genere valor económico, humano y social, y te de la calidad de vida que deseas.

He formado parte de Consejos de administración de organizaciones reconocidas, me he ejercitado como Coach de negocios y soy especialista en filosofía del ser humano.

A lo largo de esta columna te compartiré aprendizajes que obtuve directamente de Carlos Llano, quien fundó el IPADE e impulsó la Universidad Panamericana. Un filósofo de la empresa, escritor y gran conferencista. Sus trabajos publicados constituyen un conjunto que podría denominarse “Antropología de la acción directiva” o también “Humanismo en la empresa”. Miles de empresarios y directores recuerdan sus sesiones por la claridad de sus ideas y la profundidad de su pensamiento. Al escucharlo te sentías “tocado”: Llegaba a fibras profundas y sensibles que movían a plantearse nuevos horizontes con gran realismo. Uno salía con ganas de ser mejor persona.

Este es mi deseo: que con esta columna logre tocar esas fibras que te motiven a ser mejor empresario, mejor director, mejor ser humano.

Recuerdo dos vacaciones de Semana Santa que organicé un encuentro de universitarios con el Doctor Llano en la Casa de Convivencias El Molino, en Monterrey, N.L. Fue poco después de que recibiera el Premio “Eugenio Garza Sada” que logramos convencerlo de que dedicara unos días a dar sesiones a jóvenes. Se corrió la voz y asistieron 70. Nos dio sesiones sobre el sentido del trabajo, las decisiones de vida y la influencia en el entorno. Pero su participación no se quedó en ello: habló prácticamente con todos los asistentes, uno por uno. Les preguntó qué estudiaban, cuáles eran sus metas, cómo era su entorno familiar y de amigos. Los asistentes salieron encantados. 

Al siguiente año volvió a estar con nosotros. Muchos de los asistentes repitieron y volvieron a platicar con él. Cuál no sería su sorpresa cuando les hablaba del tema central que habían comentado el año anterior. Le pregunté cómo hacía para acordarse y me explicó que usaba una agenda donde anotaba con quién hablaba y qué acordaban. Llevó la agenda del año anterior y antes de cada cita revisaba sus notas. Fue un ejemplo de orden, disciplina e interés por los demás que se me quedó grabado.

Los horizontes que nos abrió, la confianza con que nos trató y el impulso que nos dio reflejan una persona profunda y cercana; pensante y realista; de grandes ideales y verdadera humildad. Espero que con estos artículos pueda transmitir esa cercanía y profundidad del pensamiento de Carlos Llano.

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