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El Camino de Santiago: Una ruta, pero también un negocio

España es uno de los países más visitados por los turistas del mundo y es que lo tiene prácticamente todo: mar, nieve, bosque, cultura, historia, deporte, vida nocturna, vino y una extraordinaria y variada gastronomía. Todos estos atributos han logrado posicionar a este rico país como un destino obligado para quien desee tomar unas merecidas vacaciones. Simplemente, durante el 2022, el número de visitantes extranjeros a la Península Ibérica fue de casi 72 millones y muy probablemente en este año se incremente notablemente la cifra.

 

Las ciudades más visitadas son Madrid, Barcelona y Sevilla, pero este hermoso y heterogéneo país tiene muchas más gemas escondidas, que además representan una fuente muy atractiva de ingresos. Una de estas minitas de oro es el Camino de Santiago. Esta ruta nace en la Edad media con el hallazgo de la tumba del apóstol Santiago, lo cual desata una horda de peregrinaciones católicas que tienen como propósito llegar a la imponente catedral de Santiago de Compostela (Galicia), en donde se encuentra enterrado el Santo.

 

Desde entonces la afluencia de peregrinos ha ido al alza hasta llegar a los 200,000 por año, si no es que más. Lo que lo hace el camino más antiguo, popular y concurrido de Europa. Originalmente, solo existía una ruta oficial que es el camino francés y que puede comenzar desde distintos países de Europa, aunque la mayoría lo hace desde la localidad francesa de Saint Jean de Port, situada al otro lado de los Pirineos. Pero en la actualidad, en base a distintos descubrimientos históricos, se han abierto unas 10 rutas diferentes que la Iglesia ha validado como buenas.

 

Otra cosa que ha cambiado es que el camino ya no es una ruta exclusivamente para quien profese la religión católica, sino para cualquier ser humano dispuesto a vivir una aventura, ya sea física o existencial. Para ser merecedor a la Compostela (que es el documento que acredita que has hecho el camino), contrario a lo que muchos piensan, por lo menos se debe poder comprobar que se hicieron 100 km a pie. Esto se valida mediante una credencial que se recoge en el punto de partida y que se debe ir sellando en los distintos puntos del trayecto hasta llegar a la plaza de Obradoiro, que vendría siendo como la meta. Aunque hago énfasis que el camino no es una carrera.

 

Yo tuve la fortuna de hacer mi primer camino a los 38 años, pues tenía muchísimo que agradecer y me pareció una bonita forma de agradecerle a Dios el milagro de estar vivo. Desde entonces he caminado 3 con un total de unos 600 km, siempre desde distintas rutas y con distintos acompañantes. Pero el camino, además de ser un viaje espiritual, lo he analizado como un auténtico negocio que permea a todas las localidades cuyos senderos toca. Y sin temor a equivocarme es el motor económico de Galicia, que sin este atractivo turístico tal vez estaría olvidado en el rincón del mapa.

 

Lo que nuevamente me pone a pensar, como mexicanos, ¿qué estamos haciendo mal para no explotar toda la riqueza cultural y geográfica que tenemos? La respuesta ya la sabemos, pero ¿se imaginan por lo pronto una ruta guadalupana donde pudiéramos caminar hasta la basílica disfrutando de nuestro campo y de todo lo que este país ofrece, dejando además una derrama económica a nuestro paso? Se vale soñar, pero también empezar actuar.