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¿Qué aprendimos del show en que se convirtió el anuncio de la llegada de Tesla a México? Aunque quizás primero deberíamos preguntarnos si aprendimos algo.

 

Todo inicia, al menos ante la opinión pública, cuando el gobernador Samuel García de Nuevo León anuncia la instalación de una Gigafactory de Tesla en su estado. El presidente López Obrador entra en escena desde su mañanera, no queda claro si se debió a que no estaba informado o por un arranque de esos que acostumbra, el caso es que advierte que no permitirá su instalación, argumenta la escasez de agua en la zona, exige que opten por el sureste del país, donde sí hay agua, o muy cerca del AIFA.

 

Después de unos días, fakenews, inverosímiles anuncios de gobiernos estatales sobre sus propias negociaciones, y un par de llamadas con Mr. Elon, el presidente anuncia y festeja la llegada de Tesla a Nuevo León.

 

¿Qué pasó? Fue algo surrealista, que podría dar para muchos chistes, charlas y análisis serios, pero al menos desde un punto de vista empresarial me parece que deja varias lecciones, comparto cinco que son evidentes.

 

Primero, el momento y la forma son fundamentales. Siempre, pero más en un ambiente tan polarizado e ideologizado que impera en el país, es fundamental cuidar los tiempos y las formas en que se hacen los anuncios. Quizás haber invitado al presidente al anuncio, incluirlo en los créditos, un enlace con Mr. Elon en la mañanera, explicarle con claridad las implicaciones, etc. nos hubiera ahorrado este capítulo de la “Dimensión Desconocida” en que a veces se convierte la política nacional.

 

Segunda, hay aliados que a veces no tenemos en el radar. Varios analistas señalan que la Secretaría de Relaciones Exteriores fue fundamental para ayudar al presidente a entender la importancia de esta inversión, que no se elige el lugar a capricho o conveniencia política, el mínimo impacto que traería a la hidrología en el estado y lo conveniente que sería para su imagen.

 

Tercera, las grandes empresas transnacionales y los capitales, como todos los empresarios, están dispuestos a asumir algunos riesgos e invertir si ven una oportunidad real. Mucho hemos hablado desde la iniciativa privada sobre lo complicado que está resultando atraer nueva inversión extranjera al país, un estado de derecho e institucional muy frágil, la inseguridad, nuestro modelo eléctrico, la poca disposición que parece tener nuestro gobierno para cumplir los tratados y acuerdos internacionales, etc. son algunas de las causas. Y esto es cierto, pero hoy es más claro que nunca que una gran oportunidad no se deja pasar.

 

Cuarta, serenidad y confianza. El gobernador Samuel García se mostró tranquilo cuando parecía que todo se venía abajo, confió en el trabajo previo de meses, en sus negociaciones y acuerdos, en las ventajas de su estado, no entró a la discusión y al final fue capaz de agradecer al presidente su “apoyo” para hacer que esto fuera posible.

 

Quinta, repliquemos el modelo. Nuevo León nos enseñó algo que siempre hemos sabido los empresarios y que en Puebla hacíamos muy bien: Detectar oportunidades, ir a buscar nuestros clientes hasta donde estén con una oferta de valor específica, negociar con profesionalidad, confiando en nuestras ventajas competitivas, dando tiempo a los acuerdos y entendiendo el momento, caminando de la mano con todos los aliados posibles, sin ideologías pero manteniendo principios y valores.

 

Nuestro estado tiene el potencial para recuperar la dinámica de crecimiento e inversión que teníamos hace unos años, con trabajo conjunto, fortaleciendo la infraestructura, profesionalizando secretarías y atendiendo algunos pendientes, podremos ser muy competitivos.

 

Hoy se respira un ambiente de trabajo y diálogo en el estado, debemos permearlo hacia el exterior, todos somos embajadores de nuestro estado, ejerzamos como tales y provoquemos que el próximo gran anuncio de una inversión en el país sea en Puebla.

 

Mientras tanto, ¡felicidades a los regios!

¡Hasta la próxima y que Dios reparta suerte!