En su análisis “acceso a la inclusión financiera, pobreza vs informalidad laboral”, el economista senior Guillermo Álvarez Salgado, señaló que en México de los adultos (18-70 años) en trabajos formales y que no son pobres (es decir alrededor de 47.2 por ciento según cifras del Coneval), 82 por ciento tienen tarjeta de débito y cuenta de ahorro para el retiro o Afore.
Por su parte, el 37% tiene una tarjeta de crédito o departamental y el 23% tiene al menos un seguro contratado directamente.
En contraste, de los adultos en trabajos informales y que no son pobres, el 11% tiene una tarjeta de débito y el 21% tiene tarjeta de crédito o departamental, el 8% tiene al menos un seguro contratado directamente y 28% indicó tener una cuenta de ahorro para el retiro o Afore.
Por su parte cuatro de cada cinco adultos con un grado de pobreza (independientemente el tipo de trabajo) tienen una tarjeta de débito y solamente 18 por ciento indicó tener una cuenta de ahorro para el retiro o Afore.
Álvarez Salgado repasó que de acuerdo con la Política Nacional de Inclusión Financiera 2020-2024 (PNIF), se puede inferir que la inclusión financiera en México está basada en cuatro pilares: acceso y uso de servicios financieros formales, y protección y educación financiera al consumidor.
En ese contexto, lo primero que debe ocurrir para que inicie el proceso de inclusión financiera es que la población tenga acceso a servicios financieros, visto desde el punto de vista de tenencia (que no necesariamente implica un “uso” regular), por lo que parte de las estrategias de inclusión financiera del país consiste en que los beneficiarios de programas sociales reciban la dispersión de sus apoyos mediante transferencias bancarias.
Con ello, apuntó, se ha logrado que 7 millones de adultos tengan cuentas abiertas por el gobierno para recibir apoyos, de acuerdo con la PNIF.
Insistió en que no sólo es deseable tener acceso, sino también aprovechar (o “usar”) estos servicios para mejorar la salud financiera de la población en México.