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Desde hace algunas semanas ha empezado a tomar auge el tema del alcohol adulterado y el cuidado que deben tener los empresarios y empresarias al permitir el consumo de alcohol en menores de edad.

 

Es un tema de interés por diversos factores, como la violencia creciente, el aumento de feminicidios, las adicciones y la responsabilidad social que debe prevalecer. 

 

Medios locales reportaron que hubo una fiesta en un conocido salón social y, por causas hasta ahora en investigación, decenas de jóvenes se vieron afectados y con reacciones preocupantes. Las primeras versiones apuntaron a consumo de alcohol adulterado, aunque hubo quienes dijeron que se trató de inexperiencia al beber.

 

En tanto se determina cuál fue la situación, me parece importante hablar del alcohol adulterado y del cuidado que se debe tener para evitar su proliferación en cualquier espacio. Estos productos, además de tratarse de un engaño o fraude a la población, se trata de un atentado contra la salud de los potenciales consumidores. 

 

Recientemente, en una entrevista que me hicieron reporteros y reporteras de Puebla, comenté que no se puede tener una certeza de que el alcohol sea original si se adquiere en lugares no autorizados, como en mercados y tianguis.

 

El trabajo para evitar el alcohol adulterado es conjunto; tanto de los gobiernos de los tres niveles, con revisión de puntos de venta, trabajo en aduanas, trabajo de investigación para desmantelar laboratorios, entre otras acciones, pero también es labor del sector privado. 

 

Empresarias y empresarios de diferentes sectores también debemos asumir esta responsabilidad, evitando compras con proveedores de dudosa procedencia, con tal de ahorrar algún recurso y obtener mayores márgenes de ganancia. 

 

Bares, antros, restaurantes y salones de fiestas, son solo algunos de los negocios en los que puede ocurrir este lamentable fenómeno de venta de alcohol adulterado. Por lo que, al menos en lo que corresponde al sector empresarial restaurantero, nos pronunciamos contra esta práctica que afecta a la ciudadanía. 

 

Como padres y madres de familia, también nos corresponde guiar a nuestros hijos e hijas para que eviten caer en consumo de alcohol y otras sustancias nocivas a la salud. 

 

Por parte de la sociedad civil también hay responsabilidad, para hacer campañas que concienticen y alerten a nuestros jóvenes sobre esta situación.

 

Profesores y profesoras pueden hacer lo propio, orientando y alertando a adolescentes y jóvenes sobre este sensible tema y sus consecuencias.

 

Incluso medios de comunicación pueden aportar, haciendo reportajes sobre el alcohol adulterado y las afectaciones de su consumo, como parte de la responsabilidad social para alertar a la población sobre este asunto que ha causado alarma.

 

Los próximos afectados podrían ser nuestras hijas e hijos, ¿lo habían pensado?