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Cuando de niño veía el “Grito” por la televisión se me enchinaba la piel. Nunca me importó quién era el presidente a cargo de la arenga, la mayoría eran impresentables. Lo que importaba era el evento y su significado, me emocionaba imaginar el momento en el que el Cura Hidalgo hacía el llamado a la lucha, a conquistar la independencia y la libertad. Por lo que cuando, gracias a mi posición en la Coparmex, soy invitado por el Gobierno del Estado a la celebración del Grito de Independencia en el Palacio Municipal, me suele dar mucha emoción. Pero en esta ocasión la emoción dio paso a una reflexión sobre el significado del 15 de septiembre y si es que hay motivos para celebrar.

A raíz de todo lo que pasa en el país, principalmente esta destrucción sistemática de las instituciones y el debilitamiento de nuestra república, pienso si realmente había algo que celebrar. Incluso consideré si al acudir al “Grito” validaba o trivializaba de alguna manera lo que pasaba en México, complacientemente concluí que la congruencia entre lo que pienso, lo que digo y lo que hago, me blindaba de cierta forma, así que me permití acudir y pasármela bien. Fue un gran “Grito”; multitudinario, positivo y emotivo, el himno nacional interpretado por una orquesta y un gran coro se llevaron la nota más alta, los fuegos artificiales y la belleza de nuestro palacio municipal se convirtieron en la cereza del pastel. Sin duda valió la pena acudir, pero al final la duda persistía: ¿Era congruente acudir a esta celebración? ¿Tenemos algo que celebrar? Respuesta corta: Sí. México no se define por los últimos 6, 12 o 18 años, México cumple más de dos siglos desde que unas campanadas nos llamaron a ser independientes, libres. Cada 15 de septiembre celebramos ese llamado a la lucha, a la independencia, a la libertad y a la unidad. En esta celebración nos reencontramos con los símbolos que nos unen como mexicanos y con los héroes que hicieron posible nuestra república. 

Claro que debemos celebrar, estar ahí, dejarnos ver, sin miedo, sin pena, que se escondan los traidores, los cobardes, los enemigos de la democracia, los delincuentes, los que usan la voluntad popular para destruir y polarizar. Que se tapen todos los que no están a la altura de lo que nuestra nación demanda. Nosotros damos la cara, alzamos la frente y la voz. México y sus símbolos no pertenecen a un grupo o a una persona. Las luchas históricas, las conquistas, sus héroes y su legado son de todos los mexicanos. Hoy más que nunca, el llamado que hizo el cura Hidalgo hace 214 años sigue vigente, y los mexicanos debemos atenderlo. Defenderemos nuestra república con más ciudadanía, de esa que molesta tanto a los autoritarios, porque saben que es el antídoto a sus apetitos. México debe celebrar que el espíritu de independencia, de libertad, de lucha es más fuerte que nunca en sus ciudadanos, reconstruiremos todo lo que hoy se destruye desde el rencor y la ignorancia, reunificaremos una nación acortando las enormes brechas y juntos atenderemos las necesidades infinitas de más de la mitad de los ciudadanos.

 Desde la Coparmex respondemos al llamado, manteniendo la economía en marcha desde nuestras empresas y apoyando la creación de nuevas, generando más y mejores empleos, malabareando las ocurrencias político económicas, haciendo box de sombra con la competencia internacional, tratando de surfear la ola del nearshoring mientras desde palacio nacional nos roban la tabla, y siempre, siempre, apostándole a México y a su futuro. Los empresarios, de la mano de la sociedad civil, también responderemos el llamado a defender y, en su caso, reconstruir los pilares de nuestra república, sin miedo iremos al frente, vertebrando talento y trabajo, propuestas, diálogo y resistencia. Ya lo hicimos antes, así que ahora será mejor. Que a nadie le quepa la menor duda. A México le sobran mexicanos con valor, que no se dejan llevar por las demagogias que, independiente del partido en el que militen o su ideología, son capaces de entender que nuestro destino está al frente, no en el pasado, que ferozmente aspiran a un país más justo y con oportunidades, uno en donde quepamos todos y nadie se quede atrás. ¡Viva México hoy y siempre! ¡Hasta la próxima y que Dios reparta suerte!